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Un médico urgente!

Por Alexey Fajardo López

Aquella mujer reclamaba a voz en cuello, muy molesta, porque llevaba casi dos horas en el Cuerpo de Guardia del Hospital Provincial Doctor Antonio Luaces Iraola, de la ciudad de Ciego de Ávila, y no la habían atendido.

Luego de proferir insultos de índole diversa, y acusar a la enfermera clasificadora de ineficiente dijo: "Voy a entrar a ver quién es capaz de sacarme de aquí". A lo que la mencionada seño respondió: "A usted nadie la va a sacar, pues aquí se atiende a todos, solo que por orden de prioridad." 

Al irrumpir en la Consulta, la protagonista de esta historia encontró que los dos médicos valoraban a pacientes clasificados con el "color amarillo", simbología adjudicada a quienes requieren ingreso inmediato y constituyen prioridad en la atención hospitalaria. Entonces, no le quedó más remedio que esperar.

Curioso le pregunté: ¿Se siente muy mal? Y su respuesta, acompañada por una mirada esquiva, resultó: "Es que tengo atraso en la menstruación y quiero que un médico me vea, pero creo que voy a tener que ir al policlínico porque aquí hay mucha gente." 

Sabia conclusión, pensaba yo, mientras, con la vista, en un intento de jugar al adivino, repasaba los rostros de las 30 y tantas personas que esperaban sentadas, muchas de las cuales sostenían conversaciones muy animadas, en tanto algunas, desde mi percepción, no parecían estar enfermas.

Ahí me di a la tarea de entrevistar a la enfermera clasificadora, quien me explicó el procedimiento: "Cada caso se distingue con un color según su patología: verde, que es aquel que no tiene peligro y puede esperar; amarillo, el que necesita ingreso y puede pasar hasta 30 minutos sin ser visto; y rojo, asignado a los que vienen en estado grave y tienen preferencia absoluta.

"Sin embargo, acuden muchísimas personas con situaciones menores, que podían ser resueltas en la atención primaria, y es difícil hacerles entender que allí está la solución a su problema, porque muchos se molestan y, además, porque queda claro que en Cuba jamás le negaríamos a alguien ser valorado por un médico."

Recordé la conversación sostenida hace algún tiempo con la Doctora Diana Luisa Mendoza Alejo, jefa de la Unidad Organizativa de la Calidad, en el Antonio Luaces, quien manifestaba que los médicos de la familia, primer eslabón de la cadena, constituyen la etapa de pesquisaje del paciente con riesgo, no solo para la consulta de Puericultura y Atención a la embarazada, sino, también, para los cuidados primarios del Sistema de Salud, porque si no todo terminaría en los hospitales, y ese no es el método de trabajo.

Por ella conocí que en esta institución se ha recibido, en un mes, hasta 14 000 personas, muchas de las cuales pudieron haber recibido atención en los policlínicos, pues los hospitales no están diseñados para recibir esa cantidad de población.

No es menos cierto que la mayoría de los que asisten a estos lugares busca el criterio de los especialistas, quizá porque, al no ir a los policlínicos, y existir una deficiente estrategia de información comunitaria en los consultorios, desconoce los esquemas de trabajo.

Para ilustrar. De acuerdo con una investigación, en solo una semana, en el Cuerpo de Guardia Infantil del hospital avileño, se atendió a 760 pacientes, de los cuales el 35 por ciento pertenecía al Área Norte (antes de la reparación), algo notorio si se tiene en cuenta que en esta existe cobertura total en los consultorios y que cuenta con muy buenas condiciones en los Servicios de Urgencias.

Durante esos siete días hubo un solo niño clasificado como rojo, y se comprobó que muchos de los evaluados en verde pudieron resolver su situación en la Atención Primaria, además de que la mayoría de las quejas provenían de estos al ser los que más esperaban, sin embargo, lo establecido es que las urgencias deben atenderse primero, como principio inviolable y razón de ser de los hospitales, cuestión que algunos aún no comprenden.

En cambio, según criterios emitidos por los pacientes, ellos van al hospital porque en la mayoría de los consultorios solo hay médicos entre las 9:00 am, y las 12:00 del mediodía, o tienen interconsultas con otros especialistas y no atienden a nadie más.

También alegan que lo hacen porque es allí donde les realizan los complementarios con rapidez, que, desde su percepción, es lo que más necesitan cuando buscan ayuda de un doctor.

Aquí cabe solicitar un poco de comprensión de quienes se proyectan por ir, de manera única a los hospitales, ya que lo ideal es que los pacientes acudan primero al Consultorio y ahí se les valore e indique a dónde dirigirse, en caso de que sea necesaria una atención más especializada.

Queda claro que el sector de la Salud debe trabajar más para lograr que las personas entiendan el trabajo en el Sistema, y la necesidad de que los hospitales sean solo para urgencias.

Tal vez la estrategia de comunicación en la Atención Primaria deba superar las barreras de los murales informativos, ubicados algunas veces en el interior de los consultorios, y abrirse hacia la comunidad; mientras que la población debe interesarse en razón de eventos futuros relacionados con su salud o la de sus familiares.

Quizá si estos aspectos se fusionaran no habría que enfrentarse a casos como el descrito en los párrafos iniciales, y nadie clamaría por un médico, de modo urgente, cuando no hay tal premura, y en otras instituciones sí galenos dispuestos a atenderle.

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