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La sexualidad en los hombres

La sexualidad en los hombres

Por Dr. Ramón Rivero Pino

Los mitos construidos sobre la identidad sexual masculina, precisamente, tomando como emblema sus propios genitales, han impedido al hombre la satisfacción de muchas de sus más elementales necesidades, la elección de los sentimientos, de los comportamientos e,  incluso, de su propia vida.

Hoy podemos observar que el varón parece muy atento a la respuesta sexual de la mujer, pero en realidad, dentro del juego erótico, se preocupa, sobre todo, de sí mismo. 

En el intento de lograr aquello que le parece una buena relación sexual, el hombre hace cuanto puede, poniendo en práctica todas las técnicas que conoce. Los conocimientos eróticos son verdaderamente importantes, pero no su utilización bajo el aspecto puramente técnico, efectuados fríamente para "hacerle ver de lo que soy capaz".

Cuando se le interroga acerca de cómo es una buena relación sexual, el hombre responde, enumerando la cantidad de orgasmos que sea capaz de hacer experimentar a su compañera, o sobre el espacio de tiempo que debe mantenerse en erección, sin hacer, en la mayoría de los casos, referencia al placer que debe sentir, al placer en sí mismo y, sobre todo, sin hacer referencia al placer recíproco de dialogar a través del sexo, dando algo de sí, y tomando de la compañera en un largo intercambio de emociones y sensaciones.

El varón tiene tan fuertemente interiorizado el rol del papel activo, que su rechazo a la iniciativa femenina es casi abierto.

La mujer generalmente demanda que la relación sexual se encuadre en un contexto humano y afectivo, ya sea en una relación que englobe algún tipo de afectividad o en una relación sexual ocasional. Por otra parte, el varón, por lo general, lucha contra su propia afectividad, negándola o eliminándola, ya que es incapaz de disociar la afectividad, de la propia concepción negativa y obsesiva que tiene de ella.

Otro elemento a tener en cuenta es la utilización de las relaciones sexuales como demostración de masculinidad, en estas circunstancias el placer es solo secundario, él tiene que demostrar potencia sexual, rendimiento, capacidad de satisfacer a la mujer, etc. Eso es lo primario, pues para él lo importante es cumplir su rol, sin importar su satisfacción personal.

Esta expropiación trae consigo un alto costo emocional y ellos quedan expropiados de la posibilidad de expresar miedo, ansiedad, desconocimiento, de ser realmente ellos.

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