Al fin y al cabo es mi vida

Por Lisyen Halles Ravelo (estudiante de Periodismo) Fotos: Nohema Díaz y Edelvis Valido
La relación médico-paciente ha experimentado profundos cambios en los últimos años. La tradicional moral de beneficencia, vigente desde tiempos de Hipócrates de Cos con su carga de paternalismo, ha dejado paso a la moral de autonomía, de origen en la Ilustración y caracterizada por una difusión de la filosofía de la libertad de las personas para disponer acerca de su enfermedad.
Ofrecerles a los pacientes una información comprensible y relevante para que auto dispongan de su propio cuerpo se convierte entonces en un elemento esencial: el consentimiento informado, un proceso gradual y verbal en el seno de la relación médico-paciente, en virtud del cual se acepta o no, recibir un procedimiento terapéutico, después que el médico haya informado sobre la naturaleza, los riesgos, los beneficios y las posibles alternativas que entraña.
TEMA POCO DIVULGADO
El consentimiento informado es un tema poco divulgado. Actualmente muchas personas ni siquiera lo conocen, otras, por su parte, saben de qué se trata, pero no por el término médico utilizado.
"Cuando un paciente rechaza toda información y se niega a realizar un determinado proceder desde el punto de vista electivo, se le recomienda a los familiares responsables del mismo hacer una nueva discusión y un comentario de la historia clínica. Aquí se informa de la situación a la administración del servicio y a la dirección de la institución para que sea del conocimiento de todos", enunció el Dr. Oilén Hernández Guerra, vicedirector quirúrgico y especialista de II grado en Neurocirugía del hospital general docente Roberto Rodríguez, del municipio de Morón.
"En tanto, cuando el paciente acepta la información, pero no coincide con el médico, se hace una discusión colegiada con la participación de otros especialistas del servicio, donde se explica y agotan todas las posibilidades de entendimiento, y se deja expresar al paciente todas sus inquietudes, dudas o inconformidades", añadió.
Como parte del principio número uno de la Bioética (respeto por las personas), el consentimiento informado ejerce una serie de funciones que promueven la autonomía del paciente y fomentan la racionalidad en la toma de decisiones médicas al tener que justificar claramente todas sus disposiciones. Sin embargo, muchos todavía se oponen a la aplicación del nuevo ideal porque consideran que los pacientes no pueden comprender adecuadamente la información, aunque sea brindada de la forma más simple y que en realidad ellos no desean ser informados de las malas noticias, suelen asustarse y rechazar los tratamientos que trae consigo un riesgo mínimo.
Estos argumentos encierran algunos elementos dignos de consideración, pero en su conjunto pueden verse como la expresión de un punto de vista tradicional antiguo que beneficia a los pacientes, según los criterios y valores médicos y no por los deseos u opciones del enfermo competente. Pero, ¿hasta qué punto puede decidir una persona en las cuestiones médicas? De acuerdo con fuentes consultadas, el consentimiento informado constituye una exigencia ética y un derecho limitado, o sea, los pacientes no pueden imponerle al galeno lo que deseen.
La profesión médica y la sociedad en su conjunto pueden imponer ciertas restricciones a la capacidad de elección de los enfermos, pues los profesionales de la Salud no tienen obligación de realizar intervenciones dañinas o inútiles.
GRUPO ETARIO MUY SENSIBLE
En el caso de los niños, el principio del consentimiento informado reviste características especiales porque el dilema mayor radica en la obligación de otros para determinar actuaciones terapéuticas. El Estado ha conferido a los padres la responsabilidad de todo lo concerniente a los menores y considera a la familia como una verdadera institución de beneficencia, una comunión de ideales y proyectos de valores cuyo fin social es el bienestar de los hijos.
Según la MSc. Dra. Mercedes Ravelo González, Especialista de I y II Grados en Neonatología y Máster en Enfermedades Infecciosas del hospital moronense, "enfrentamos un problema cuando la decisión de los padres no defiende los intereses del niño. Asumir una determinada postura por la falta de autonomía, no implica el derecho a tomar cualquier decisión, sino la responsabilidad de encontrar la solución correcta, con menos riesgos para la salud del menor. En casos como ese, el médico puede apelar al principio de la beneficencia, y en virtud de este, estamos obligados a proporcionarle a los pacientes lo mejor desde la perspectiva de la medicina y a prevenirlos o protegerlos del daño.
"Mantener buena comunicación con los padres y crear una adecuada empatía entre el personal del servicio y los tutores del niño, harán que se adopten las decisiones más favorables para el menor, siempre respetando el derecho al consentimiento informado", añadió.
En el hospital de Morón se adoptan medidas para que esta práctica se torne cotidiana. En el servicio de Neonatología, por ejemplo, se busca un alto grado de preparación y actualización médica en el personal dedicado a dicha especialidad, para instruir con el menor margen de error a las personas encargadas de decidir.
"Tratamos, además, de propiciar el conocimiento de los principios de la ética médica a todo nuestro personal y así alcanzar un alto sentido de la responsabilidad legal con la que trabajamos. Discutimos en colectivo todos los casos graves y críticos, para recoger opiniones de los especialistas sobre todo los de mayor experiencia y posteriormente realizamos reuniones con los padres donde se les explica la situación y el derecho de participar en las decisiones. Esto permite tener un gran sentido de solidaridad humana con los niños enfermos, minusválidos y sus familiares", enunció la Dra. Mercedes Ravelo.
LAS NORMAS DEL CONSENTIMIENTO INFORMADO
El consentimiento llegó a la Medicina desde el Derecho. La primera vez que se aplicó legalmente a la relación médico-paciente fue en 1957, en un juicio en los Estados Unidos de Norteamérica donde se juzgaban las responsabilidades por una paraplejía (paralítico de la cintura hacia abajo o viceversa), cuyos riesgos no habían sido advertidos previamente al paciente y donde quedó claro que un médico viola su deber hacia el enfermo y es sujeto de responsabilidades si no proporciona cualquier dato que sea necesario para fundamentar un consentimiento inteligente al tratamiento propuesto.
En nuestro país también hay normas para la regulación de las relaciones sociales en el campo de la Salud Pública, con el fin de garantizar la promoción de la salud y el respeto a los derechos del paciente. El Reglamento General de Hospitales, establece las normativas para el funcionamiento interno de dichos centros que integran el Sistema Nacional de Salud, y la información al enfermo y a sus familiares no es solo un derecho, sino una necesidad, y un medio para mejorar la calidad, por lo que es una obligación ética y legal de los facultativos ofrecerla en términos adecuados, comprensibles y suficientes, según la complejidad de cada caso.
El artículo 19 de la Ley No. 41 o "Ley de salud" cubana establece que en aquellos casos de carácter urgente en los que peligre la vida del paciente, las intervenciones quirúrgicas o procederes diagnósticos y terapéuticos se hacen sin la aprobación antes consignada. Se trata de salvar vidas en primer plano. Tampoco es obligatorio cuando el paciente se considere un riesgo a la salud pública ni cuando a consideración del especialista el solo hecho de que el individuo conozca la información empeore su estado.
También puede que surjan casos donde el paciente renuncie a toda información y deje que otros decidan por él. "Para cumplir con lo orientado por el MINSAP e informarle a los pacientes que serán sometidos a exámenes o tratamientos médicos, todo lo relacionado con el proceder quirúrgico correspondiente lo reflejamos en un documento que firma el enfermo y el familiar como testigo, o se escribe directamente en la historia clínica como requisito indispensable que será verificado posteriormente en las reuniones de salón y de chequeo anestésico", dijo el Dr. Oilén Hernández.
A pesar de conocer que el consentimiento informado no puede reducirse a una recitación mecánica de los hechos estadísticos, ni a la firma de un formulario de autorización, añade el vicedirector quirúrgico: "En realidad pensamos que aún carecemos de experiencia, conocimiento, y regulaciones tanto jurídicas como administrativas en nuestro sistema de Salud para la correcta aplicación del consentimiento informado como se define y debe ser."
PACIENTES OPINAN
"A mí sí me explicaron los riesgos de mi enfermedad y el tratamiento a seguir para que todo volviera a ser lo más normal posible después de salir del hospital. Me dieron a firmar un papel si estaba de acuerdo con la explicación recibida y si quería que continuaran. Lo mejor de todo fue la buena comunicación que el doctor mantuvo conmigo y con mis hijas encargadas de mi cuidado, entendí todo lo que decían y, por supuesto, estuve de acuerdo sin obligación alguna" explicó Mercedes González, una señora de la tercera edad después de egresar del hospital.
Por otra parte, Elsa Sánchez, ama de casa del municipio de Morón exclamó no tener ningún conocimiento sobre el tema. "A mí me explicaron una vez lo que le pasaba a mi rodilla y el procedimiento a seguir, pero nunca me dieron papel alguno para firmar. Como yo confío tanto en los médicos cubanos los dejé hacer lo que consideraran necesario y mírame aquí.".
La profesión médica en nuestro país, despojada de su sentido privado, mercantilista y utilitario, adquiere cada vez más un sentido humanista, por lo que la población tiende a respetar la opinión de los profesionales de la Salud sin aprehensiones, pues en ellos ven la suma de virtudes y conocimientos con el apropiado dominio y autoridad para adoptar las decisiones pertinentes, de ahí que los galenos disfruten de libertad para ejecutar actos que les parezcan necesarios en beneficio de quienes sufren. No por estas razones los médicos deben excluir al paciente de las decisiones referentes a su vida porque hay una verdad casi absoluta y que cada quien puede asegurar: "Al fin y al cabo es mi vida."
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